Boletín Welukan

Alfonso Alcalde: algo más que un suicida

Por Mauricio Torres Moyano.
Encargado Biblioteca Popular ‘El Esfuerzo’

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hujAtardecer del 5 de mayo de 1992. Tomé, Chile. En una cabaña de podridas tablas cuelga el cadáver del escritor Alfonso Alcalde, con el peso de 71 años vividos hasta ese día.

Si existe un hombre de letras en nuestro país injustamente ignorado es Alfonso Alcalde. Con más de 30 libros publicados, en una obra que conjuga géneros tan variados como la poesía, cuentos, novelas, biografías, relatos para niños, dramaturgia y reportajes documentales, el manto del olvido ha extraviado sus palabras ante nuestros ojos. Hace algunos años, hubo un fugaz resurgimiento de su figura cuando el extinto director Andrés Pérez realizó un impecable montaje de «La consagración de la pobreza», una de las más destacadas obras escritas por Alcalde, pero pronto su nombre volvió al panteón de los perdidos.

Puntarenense de nacimiento y cosmopolita por vocación (viajó por más de 25 países durante su prolífica existencia), Alfonso Alcalde ejerció los más variopintos oficios, que enriquecieron su pluma. Vendedor de urnas, cuidador de fieras en un circo, ayudante de la Mujer de Goma y del Tragafuegos, payaso, nochero de «un hotel de pasajeros urgentes», ayudante de carpintero en las minas de Potosí, pescador, fueron algunos de los trabajos con los que se ganó la vida en distintas etapas de su vida. Esta vocación de trotamundos lo hizo el candidato ideal para el puesto de director de la ya mítica colección de Editorial Quimantú llamada «Nosotros los Chilenos», que rescata la vida, trabajos, alegrías y dolores de la gente de nuestro país.

La literatura de Alfonso Alcalde posee una riqueza de lenguaje que rompe con los academicismos y representa muy bien el habla popular. Por sus páginas desfilan trapecistas, tragafuegos, y payasos, junto a borrachos, maestros chasquillas, cesantes y pescadores. Seres derrotados por el sistema, pero sin rencores ni desesperación.

A pesar de la vastedad de su obra publicada, aún existen varios textos inéditos, en especial en el campo de la poesía. Es en este género donde Alcalde logra una maestría muchas veces opacada por su obra narrativa y teatral, un poco más conocida entre lectores y críticos.

La literatura de Alfonso Alcalde posee una riqueza de lenguaje que rompe con los academicismos y representa muy bien el habla popular. Por sus páginas desfilan trapecistas, tragafuegos, y payasos, junto a borrachos, maestros chasquillas, cesantes y pescadores. Seres derrotados por el sistema, pero sin rencores ni desesperación. A la vez, Alcalde cultivó su lado más íntimo, abordando el tema del amor en todo su dramatismo cotidiano, en libros de poemas como «Variaciones sobre el tema del amor y de la muerte» o «Crista».

Algunos premios y buenas críticas coronaron a fines de los 60 los esfuerzos del escritor. Mientras José Donoso decía que su libro de cuentos «El auriga Tristán Cardemilla»(1967) «es la mejor prosa de su generación», Alone afirmaba que «por momentos competía con Cortázar». Pero el golpe de 1973 cambió para siempre la vida de Alfonso Alcalde. Después de un exilio errante por Europa e Israel, el regreso a Chile en 1979 fue terrible y desilusionante. En un clima inseguro, viciado y hostil, intentó retomar la vida que dejara antes del destierro. Una y otra vez tocó puertas, encontrándose con el rechazo y el gris fantasma de la cesantía. Aún así, continuó publicando libros y reportajes, pero ese esfuerzo lo fue minando, enfrentándose como nunca antes con el tema de la muerte. Un inminente glaucoma y otros problemas de salud lo hacen alejarse de todos, encerrándose en sí mismo en un miserable cuarto frente al mar de Tomé. Allí, deprimido y cansado, termina con su agitada vida este chileno marginado que, con justicia, debiera ser ubicado en el centro de nuestra tradición literaria. En el catálogo de esta Red de Bibliotecas puedes encontrar su volumen de poemas “Ejercicios con el tema de la rosa” (Biblioteca Popular “Roque Dalton”) y una edición ilustrada de “Zapatos para Estubigia y otros cuentos” (Bibliotecas “El Esfuerzo” y “Guillermo López”), además de algunos de sus textos en “Historias de risas y lágrimas” (Biblioteca “Guillermo López”).

El presente texto es parte de la Revista Welukan, la cual puedes consultar pinchando en  la siguiente imagen:

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