Editorial Revista Welukan N°6

Escrito por Editorial Revista Welukan

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Leyendo un poco sobre el tema, pude percibir que durante las etapas de este periodo, por parte del gobierno y un amplio número de organizaciones que también buscaban modificar las viejas estructuras, concretaron una serie proyectos bibliotecarios enfocados en el mejoramiento de las condiciones culturales y educativas de los sectores populares españoles.

Leyendo un poco sobre el tema, pude percibir que durante las etapas de este periodo, por parte del gobierno y un amplio número de organizaciones que también buscaban modificar las viejas estructuras, concretaron una serie proyectos bibliotecarios enfocados en el mejoramiento de las condiciones culturales y educativas de los sectores populares españoles. A partir de esta interesante propuesta que tenía como motor transformador en el campo cultural a las bibliotecas, en el siguiente texto presento algunos hechos bibliotecarios desarrollados durante la II República española ¡Manos a la obra! Por aquel entonces, inicio del siglo 20, la sistemática y constante aplicación de políticas culturales elitistas de los gobiernos españoles previos al periodo republicano, había llevado al país a elevados niveles de analfabetismo y aculturización, cuestión que se agudizaba aún más en los sectores sociales con menores recursos: “los pueblos vivían con total dependencia, a todos los niveles, de los grandes terratenientes, quienes apoyaban a los partidos más reaccionarios, preservando que no penetraran entre otras capas de la población la cultura” (San Segundo: 2000, 515). Frente a este escenario, Gimeno (2011) asevera que el entrante gobierno de la Segunda República Española se propuso fundar una serie de bibliotecas, entre otras instituciones culturales y educacionales.  En materia bibliotecaria, las bibliotecas populares fueron el precedente más importante previo al periodo republicano, siendo la biblioteca de Castropol el caso más emblemático, la cual llegó a contar con 15 bibliotecas y un amplio programa de extensión cultural. El gobierno republicano, en el marco del Servicio de Cultura Popular, crea el 29 de mayo de 1931 El Patronato de Misiones Pedagógicas (1931-1937) bajo la presidencia de Manuel Bartolomé Cossio. Mediante aquellas misiones se constituyeron más de 5.000 bibliotecas populares y se dio vida a las Bibliotecas Circulantes encargadas de llevar los servicios bibliotecarios a los lugares más apartados del país (Boza & Sánchez, 2004). Estas bibliotecas se constituían en las escuelas, asumiendo un profesor la responsabilidad de su gestión y administración. Contaban con una colección de 100 libros de diversas temáticas, un catálogo, fichas para las estadísticas y talonarios para registrar los préstamos y las devoluciones de libros, incluso algunas contaron con un gramófono y discos. Cabe indicar que de forma paralela a las iniciativas republicanas que buscaban elevar los niveles culturales de la población, desde organizaciones políticas, sindicales y culturales también surgieron múltiples bibliotecas que complementaron los esfuerzos republicanos. Con el paso del tiempo, la Junta de Intercambio y Adquisición de Libros para Bibliotecas Públicas multiplicó por 20 el presupuesto destinado a la compra de libros y abrió la posibilidad para que los municipios solicitaran bibliotecas. Además, conforme avanzaba la guerra, se preocupó de distribuir los libros incautados.Asimismo, mediante las bibliotecas de batallones y hospitales, Teresa Andrés, directora de la Sección de Bibliotecas de Cultura Popular, se encargó de expandir la cobertura bibliotecaria a las milicias en combate y a los soldados heridos (San Segundo, 2000). Sin embargo, pese a los esfuerzos por masificar las bibliotecas, Reyes (2014) asegura que grupos simpatizantes a la II República, fuera del marco legal, llevaron a cabo quemas y desaparición de bibliotecas religiosas, debido a las acusaciones de apoyo por parte del clero al antiguo régimen. Finalmente, con la victoria del franquismo, las bibliotecas y todo el sistema implementado durante el periodo republicano fue desarticulado, los libros de las bibliotecas populares considerados inapropiados con los lineamientos del nuevo gobierno fueron quemados y aquellos bibliotecarios considerados opositores terminaron fusilados o desterrados (San Segundo, 2000). Sobre este hecho podemos encontrar un documental en YouTube denominado “Biblioteca en Guerra”, el cual presenta parte del trabajo realizado por bibliotecarios y personajes del ámbito cultural durante el periodo republicano, tanto en tiempos de paz como de guerra. Al respecto, las bombas de la aviación cayeron en dos ocasiones en la Biblioteca Nacional en el corazón de Madrid. Ni las llamas ni las explosiones destruyeron sus fondos, unos tesoros bibliográficos, entre 200.000 y 400.000 documentos, que se salvaron gracias a las medidas adoptadas por quienes fueron sus máximos responsables durante la Guerra Civil y la Segunda República.  (Biblioteca Nacional de España)

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