Los dioses del Olimpo…
descienden con pancartas iconoclastas
a incendiar bancos y trasnacionales
Rosa Emilia AlcayagaToro
Los poetas malditos son omniscientes deidades ridículas con diminutas traga-noches en sus cerebros que habitan en pequeñas cárceles semi-oscuras de cuatro metros cuadrados. Escriben irrefutables manifiestos en paredes de luz oscura provistas por mujeres denti-áureas que los domingos se visten de luz para botear en parques de pueblo Val, dios con ojos de mar redacta nuevas tablas moisesiánicas contra el neo clasismo y sus petulantes almenas bursátiles Rodo, Gom y Rey son deidades míticas que cada noche incendian decrépitas metáforas para inmolarse en nombre de los enfermos de leptoparasitosis económica en la olvidada América septentrioaustral Algunas mañanas de sol, Ram, moruno semidiós de barba oblicua manifiesta su enfado a voz en cuello apretujando sus banderas rojinegras para iniciar huelgas pírricas de luna y sangre en contra de voraces empresarios que habitan en mansiones neo-ultrafacistas. Los ilusos poetas malditos, mutilados semidioses terrestres con transparentes máscaras hechas de paliacates negros activan inútiles consignas de justicia social Se rasgan la piel y con la sangre que gotea de sus dedos escriben en las viejas paredes grotescas pintas en contra de la desaparición forzada la trata y la violencia de género mientras tiñosos niños con hambre y sed bailan apocalípticos aquelarres dantescos. El semidiós fallido Al, y sus quince prostitutas escupen fétidas viscosidades y vomitan verdes vísceras en los gruesos pórticos electrónicos de las mansiones caciquiles pro eclesiásticas. Cerca del anochecer, cientos de mujeres rojas sin piel y alas en vez de brazos desfilan carisangrientadas entonando cánticos sin miedo Miles indignados en albas túnicas acompañan a los dioses-poetas que de regreso al encierro van sembrando variopintos tropos en las comisuras imperceptibles de las casas Emi, Diosa andina de capa negra, marcha a la vanguardia, con su cuello erguido y sus grandes anteojos enarbolando la bandera rota de la protesta Finalmente Crisilruhpa poeta poli dios gregoriano de cuatro cabezas cuida celosamente la retaguardia disparando al aire retruécanos hiperbólicos de cuarenta palabras para confundir y perder a la caballería antimotines que los persigue de cerca. (Flavio Ramón México)