Por Alessandro Monzese, 05 diciembre 2021
Jugando con la frase futbolera “que gane el más mejor” me las daré de oráculo en esta irónica reflexión para vaticinar el triunfo de Boric el próximo 19 de diciembre. Si numerosas encuestas de especialistas en la materia han asegurado resultados que no han tenido nada que ver con la realidad, siendo un ciudadano de a pie me siento con toda la propiedad para elucubrar el resultado anteriormente enunciado.
La exacerbación de la propaganda antifascismo/anticomunismo por parte de ambas candidaturas está totalmente desatada como era previsible, en una estrategia del miedo que ambos comandos impulsan enérgicamente culpando al contrario de exacerbar este sentimiento, viendo solo la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
El resultado de la primera vuelta presidencial bajó de la copa del árbol de un plumazo al candidato magallánico, dejando por el suelo su arrogancia y la de sus adherentes, algunos(as) de los(as) cuales incluso pensaban ilusamente que hasta podía ganar en primera vuelta, porque nublados por la borrachera triunfalista extrapolaban como pertenecientes solo a ellos el 80% del triunfo del Apruebo en el Plebiscito.
Pero ahora, con los pies sobre la tierra, tuvieron que asumir que en ese porcentaje del 80% había un charquicán de posiciones políticas donde se mezclaban las de la centroizquierda y de la centroderecha, como suelen definir difusamente a los partidos políticos que participan de la institucionalidad neoliberal.
Entonces la más atávica de las emociones explotó violentamente y el miedo se apoderó de quienes acudieron a las urnas desatándose una campaña del terror nunca antes vista ni
imaginada, especialmente a través de las redes sociales, llegando incluso a plantear que si llegara a ganar Kast la noche más oscura de la dictadura pinochetista caería nuevamente sobre nuestro país, negando irracionalmente el momento histórico, el contexto y la coyuntura política presente en nuestro país.
Al miedo se le unió la culpa -ese concepto incrustado en nuestro inconsciente durante siglos de alienación cultural religiosa- y había que buscar culpables en todas partes, pero principalmente apuntando el dedo en contra de aquellos sectores que no participan de este baile de máscaras electoral.
Junto con lo anterior encontraron respuestas a esta debacle en sus propias culpas por haber dado por “carrera corrida” la elección presidencial. Así, los movimientos, colectivos, organizaciones sectoriales y territoriales que se habían dormido y acomodado en los laureles del apacible Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, dejando incluso abandonados a su suerte a los presos y presas de la revuelta, por arte de magia se activaron y salieron nuevamente a las calles y comenzaron a llamar con urgencia a organizarse en cabildos, agrupaciones barriales, asambleas, comandos o lo que sea, para salir a buscar los votos necesarios para parar al fascismo y la dictadura.
Todo vale en defensa de la democracia y/o la libertad para los actores de este baile de máscaras que se está desarrollando en el salón neoliberal, espacio institucional que permanecerá inalterado al final de este carnaval, salvo una distinta o desordenada distribución de los muebles que pueda producirse al interior del mismo.
El modelo pacientemente construido por la dictadura cívico militar y los gobiernos de la post dictadura mostrará una cara más amable y juvenil encabezado por un presidente camaleón, el “mal menor” que será el ganador el 19 de diciembre próximo.
Este personaje en campaña utiliza para satisfacer sus intereses distintas tonalidades que le permitan conquistar a moros y cristianos tras su candidatura de acuerdo a las circunstancias, dejando en el baúl de los recuerdos las convicciones y posiciones políticas, variando del rojo al rosado, del rosado al amarillo y del amarillo al blanco pálido luego del resultado de la primera vuelta, blanco pálido que se ha ido pintando de azul democratacristiano, indeterminado tipo parisino o del color que sea necesario aplicar, remplazando de esta forma y de manera impúdica al arcoíris de la alegría ya viene del Plebiscito del 88.
Todo sea por alcanzar el poder ejecutivo, conscientes que desde allí se puede hacer uso del Estado que se ha transformado en una apetitosa empresa S.A. proveedora de una cantidad enorme de puestos de trabajo con sueldos más que “reguleques”, en donde muchas y muchos encuentran más de algún lugar en donde acomodarse. Todo pasa ahora por mostrarse lo más líquido posible, para que en este mar de indefiniciones ideológicas puedan nadar como hermanos y hermanas todos los hijos e hijas de esta querida patria llamada Chile.
Las ofertas a “dos mil nueve noventa y nueve”, por citar una cifra y decirlo en forma metafórica, se lanzarán a la chuña a lo largo y ancho del país, puesto que ahora se recorrerán los lugares más recónditos llevando envueltos en papel de regalo navideño las demandas de los distintos territorios y sectores. Para toda demanda habrá una solución, o más correctamente dicho, una promesa de solución, total los chilenos y chilenas tienen mala memoria o en el mejor de los casos una memoria de corto alcance. Si el problema es la migración, aquí tienen la solución para esto dirán; si se trata de poner mano dura y orden para garantizar la seguridad en este otro lugar de la nación, se prometerá aplicar todo el rigor de la ley contra quienes tengan la osadía de intentar quebrantar el sacrosanto estado de derecho, etcétera, etcétera. Está de más agregar
que el candidato “Santa Claus” se hará acompañar de hadas y duendes que sean figuras muy gratas y reconocidas para intentar convencer a los incautos electores y electoras.
Con el miedo al antifascismo por un lado y con las promesas multicolores de resolver cuanta demanda se les plantee recorrerán de norte a sur esta larga y delgada franja de tierra, multiplicando las voluntades y despertando las energías adormiladas por los acuerdos transversales, republicanos y ciudadanos cocinados con premura en una larga jornada del mes de noviembre del año 2019…el año en que salvaron a Piñera y sus secuaces.
Con esta reactivación provocada por el miedo desenfrenado, los sectores que apoyan a Boric lograrán sin duda alguna los votos necesarios para vencer en esta segunda vuelta presidencial y dentro de este porcentaje de votantes ganadores(as) estará presente un número considerable de aquellos y aquellas que una vez más, lejos de sus convicciones y argumentando que no hay otra salida posible, seguirán votando por el mal menor.
Por mi parte… prefiero que me apunten con el dedo por no participar en esta opereta electoral…Hasta que la dignidad se haga costumbre, como decía una de las consignas centrales durante la Revuelta.