El fascismo neoliberal tiene como estrategia la política del resentimiento, para capitalizar la situación de crisis.

por Da Nilo

Los medios hacen circular como noticia una encerrona televisiva al exdirigente secundario Víctor Chanfreau. Un tiktoker lo impugna moralmente, acusándolo de «cagarse a una generación completa (de alumnos que se sacaron la cresta para dar la PSU)». No hay un argumento sólido, no importa, la estupidez se vende más que el pan caliente a la hora de once.La impugnación utiliza las técnicas de Donald Trump, que se parecen un poco a las que empleó el arquero de Australia para inducir al error a los jugadores de la selección de Perú. Hacer payasadas con tal de ganar. Ahora todo vale.En la sociedad del espectáculo la comunicación ya no tiene nada que comunicar. Lo que queda entonces es una retórica persuasiva que busca gestionar reacciones. Pragmatismo a ultranza. Como en «El Proceso» de Kafka, primero eres culpable y luego se te imputan los delitos.Así ocurre hoy día producto de la espectacularización de la política. Trump instala un marco de referencia en que lo «políticamente incorrecto», y que le otorga popularidad, es ser un deslenguado que dice lo primero que se le viene a la cabeza. Un insensato a sueldo que no se hace cargo de las consecuencias que generan sus disparates. Tampoco los medios que les dan cobertura.El fascismo neoliberal tiene como estrategia la política del resentimiento, para capitalizar la situación de crisis. Si los resentidos que, «por culpa» de Chanfreau, no pudieron rendir la PSU, deciden funarlo o agredirlo, uno esperaría que los medios que se hicieron parte del show fueran sancionados. Pero en este país la impunidad es la base de todo el statu quo.Hace mucho tiempo que el objeto de la política no es la verdad, entendida afirmativamente más que como lo no-falso. Por eso habría que decir, contra la actual miseria de la política, que los juicios de valor no constituyen argumentos. Que los sofismas y la parrhesía no son equivalentes, y que para distinguirlos hace falta la ética.Por todo lo anterior, pienso que el lugar de una política por venir está lejos de estos medios de comunicación y de toda forma de espectáculo.