Muchos de nosotrxs llegamos a implicarnos políticamente en el feminismo o en el transfeminismo a través de lo que se conoce como lo queer (cuir o kuir en sus acepciones locales). Queer designa un insulto en inglés y por mucho tiempo significó una palabra que estigmatizaba a las comunidades disidentes. Por ejemplo, en las novelas del escritor Charles Dickens los “queer street” eran las calles donde vivía la gente pobre y enferma. Con los juicios por sodomía al escritor Oscar Wilde, la palabra queer comenzó a tener un significado que involucraba directamente a las personas homosexuales. En California durante el año 1990, Teresa de Lauretis, una académica activista de los estudios del cine, realizó un encuentro donde por primera vez se utilizó la expresión teoría queer en un espacio universitario. Su idea era generar una alianza entre las prácticas políticas y las prácticas teóricas en pos de una apertura de la sexualidad y el género. Además al combinar la seriedad de la palabra teoría con lo historia de blasfemia de la palabra queer, quería desafiar las mismas normas académicas. La palabra es interesante porque no tiene una traducción directa al español, pero sí una extensa historia de resistencia política por parte de activistas que vieron en la utilización de esta palabra un modo político de devolver la injuria a través de la parodia.
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