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La Poesía de Alejandra Pizarnik

Por Leví Poblete

Alejandra Pizarnik, fue una reconocida escritora y poeta de nacionalidad argentina y ascendencia francesa, nacida el 29 de abril del año 1936, en Buenos Aires. 

Estudiante en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires hasta el año 1957, toma cursos de literatura, periodismo, filosofía y pintura (este último con Juan Batlle Planas), sin llegar a concluir sus estudios. 

Siendo una ávida lectora, comenzó sus producciones literarias teniendo directa influencia del lirismo de Antonio Porchia, y el concepto surrealista de Arthur Rimbraud y Stéphane Mallarmé. En base a ello, Alejandra produjo una serie de textos y libros en función a temas como la soledad, el dolor, la infancia y la muerte. 

Resulta interesante contemplar dichas producciones literarias, teniendo en cuenta el contexto en el cual se desenvolvió Alejandra, así como también las percepciones respecto a sí misma y al mundo que la rodeaba. Es sabido, que sufría de trastornos derivados de la ansiedad debido al rechazo que sentía por su cuerpo, así como también que, en ciertas etapas de su vida, consumió anfetaminas, lo cual generó otros trastornos en conjunto con una adicción, siendo estos elementos, en complemento con los gustos literarios de Pizarnik y sus figuras de inspiración, los que culminaron en una vida llena de talento, como también de sufrimiento y el suicidio como fin de capítulo. 

Surge la necesidad de exponer la vida y obra de Pizarnik a partir de la lectura de sus obras, ensayos y artículos académicos, centrándonos en temas como la estética, las temáticas y las relaciones existentes entre sus escritos y su vida en general, todo esto para dar a conocer a lectores de la red de bibliotecas populares de Valparaíso su idiosincrasia poética finalizando con una pequeña conclusión que abarque los temas tratados a partir de un análisis global. 

Pizarnik: Resumen Biográfico

Alejandra, nace en el año 1936 en Buenos Aires, bautizada como Flora Pozharnik, nombre que modifica una vez realizada su segunda publicación.  Sus padres, quienes poseen ascendencia francesa, viven en París unos años, para luego establecerse en Argentina. Una vez llegados a América, se dedican al comercio en el área de la joyería. 

Tal como se expresa en la literatura referida a la autora, era sabido que Alejandra tuvo una infancia solitaria, debido a su personalidad tímida y retraída, además de su poco dominio de la lengua española, lo que se complementaba con una baja autoestima, ya que durante la pubertad presenta problemas de acné y tendencia a subir de peso, aislándola de grupos del mismo rango etario, y generando que la joven se mantuviera principalmente sola. (Piña 1991) 

Pizarnik ingresó a la Universidad de Buenos Aires, específicamente a la Facultad de Filosofía y Letras, en donde se dedicó a tomar clases y pequeños cursos de periodismo, literatura y filosofía, sin llegar a completar sus estudios. 

Algunos autores, aseguran que la joven Alejandra tomó clases de pintura con Juan Batlle. 

Debido a que sus padres la financiaron económicamente a finales de los años 50, Pizarnik comenzó a dedicar mayor tiempo a la escritura, la pintura y el arte en general, instalándose en París el año 1960, en donde trabaja como traductora y reingresa a estudiar en la Soborna, literatura e historias de religiones.(Depretis, 2004)

Alejandra, vive en París durante unos años, en donde mantiene su trabajo para la revista “Cuadernos” y algunas editoriales, publicando poemas y críticas en varios diarios y traduciendo a escritores como Antoin Artaud, Henri Michaux, Aimé Cesairé, e Yves Bnnefoy. 

En su trayectoria literaria, Alejandra logra conocer a intelectuales, poetas y escritores muy importantes en la época, específicamente hispanoamericanos, en donde se reconoce su amistad con Julio Cortázar y Octavio Paz, quienes se convierten en la base de inspiración para la creación de sus universos surrealistas. 

Tal como explica Melo (2011) Alejandra Pizarnik, es reconocida como una de las poetas que marcó las posteriores generaciones del país, abriendo una puerta a una nueva generación de mujeres poetas; por otra parte, Alejandra se encuentra reconocida debido a la relación existente entre sus producciones literarias y su tragedia personal en las distintas etapas de su vida, considerando su escritura como transgresora y libre, ya que deja de lado las estructuras gramaticales y métricas establecidas por los poetas de su generación, creando textos en donde se reconoce la escritura automática, sin puntos ni comas, un elemento importante que la identifica como inmersa en un mundo surreal. 

Se menciona en gran parte de la bibliografía, que Alejandra tuvo un romance con Silvina Ocampo, el cual se caracterizaba por ir más allá de lo que corresponde una definición sexual. Esto se evidenció en cartas que se dirigían la una a la otra, tal como se cita a continuación:

31/1/72

“Ma très chère,

Tristísimo día en que te telefoneé para no escuchar sino voces espúreas, indignas, originarias de criaturas que los hacedores de golems hacían frente a los espejos. Pero vos, mi amor, no me desmemories. Vos sabés cuánto y sobre todo sufro. 

Acaso las dos sepamos que te estoy buscando. Sea como fuere, aquí hay un bosque musical para dos niñas fieles: S. y A

Escribime, la muy querida. 

Necesito de la bella certidumbre de tu estar aquí,

 ici-bas pourtant [aquí abajo, sin embargo].” (Pizarnik, 1972)

En septiembre del año 1972, con 36 años Alejandra se quitó la vida por medio de la ingesta de 50 pastillas de barbitúrico, durante un fin de semana en el que había salido del hospital psiquiátrico de Buenos Aires, en donde se encontraba internada debido a un cuadro depresivo y dos intentos de suicidio anteriores. 

Surrealismo en la Producción Literaria

Dentro de la literatura referida a la vida y obra de Alejandra Pizarnik, es posible encontrar información relevante respecto a los maestros que forjaron el desarrollo literario de la joven Alejandra. Aquellos maestros que la inspiraron y que significaron una base importante en la interpretación del surrealismo y la presencia del mismo en sus textos. 

Tal como expone Fuentes (2006): Alejandra Pizarnik, admira a autores surrealistas como André Brenton, Antonin Artaud o Julio Cortázar; las huellas que testimonian esta predilección, pueden reconocerse tanto entre sus versos como entre las páginas de sus diarios”, citando a continuación un extracto de uno de sus diarios: 

“Euforia al leer el cuento de Julio pensé en la posibilidad de un lenguaje que admite lo que sufro y siento. Evoqué ese lenguaje. ¿Qué hace falta para llevarme a su realización? Menos miedo”, 

En donde se evidencia la admiración e inspiración que significa el escritor con quien posteriormente establece un vínculo de amistad bastante significativo, siendo quizás a partir de ahí, que los universos que Pizarnik van obteniendo forma y sentido, utilizando el lenguaje como un método de expresión de su ser interno, en conformidad a su interés por el psicoanálisis y su constante preocupación por el sentido de las palabras.

Respecto a lo gramatical, se hace visible en gran parte de sus obras la falta de elementos como las comas, lo que, según escritores como André Bretón, es evidencia de la utilización del lenguaje como método de expresión sin control racional, teniendo en cuenta el desequilibrio emocional de Alejandra y su necesidad imperante por perder el miedo a describir sus sentimientos y el sufrimiento que poco a poco la lleva al borde del colapso psicológico.

En este punto, se puede tomar en cuenta el testimonio de Ivonne Bordelois, quien, a diferencia de Bretón, comenta que, si bien el mundo imaginario y los paisajes que Alejandra evoca dentro de sus textos, son de carácter surrealista, su escritura en sí, está lejos de ser realmente surrealista, haciendo uso, efectivamente de la gramaticalidad (escritura automática) para otorgar ciertos matices que se le asemejen. 

De manera objetiva, es posible aclarar que en su estructura se mezclan la realidad autobiográfica de sus sentimientos de expresión onírica, de sus palabras y de sus adjetivos contradictorios y repeticiones. Su vocabulario está también cargado de señales recurrentes, con palabras como cansancio, mar, infancia, luz, sangre, pájaro, ser, tiempo y espejo. Utilizando como metáforas el suicidio, el viaje, e irse en contextos surrealistas.

 En relación a los temas explorados por Pizarnik es posible detectar tres, los que corresponden a: los dobles, la perdida de la infancia y la muerte. El tema de los dobles (el otro yo), es recurrente en la literatura de la segunda mitad del siglo XX y es una constante en la poética de la autora, tal como se mencionó anteriormente, debido a su interés sobre el psicoanálisis y el estudio de las corrientes psicológicas de la época. (Mello, 2011)

Análisis del Poemario de Pizarnik: Del “yo”, del deseo y la infancia como símbolos de muerte.

       El itinerario poético de Alejandra Pizarnik parte desde la consideración del “yo” como elemento fundamental, el cual vendría siendo la representación del poeta en base a un estado mental específico, contexto o situación que desencadene una problemática. (Zonana, 1997)

De igual manera como señala, la motivación del hablante lírico, es, al igual que para la poeta, su condición de desgracia, drama, o caída, enajenándose y desligándose completamente del mundo realista, pero en la lucha constante por alcanzarla y aferrarse a ella. La poeta recrea momentos de la niñez, mezclándolas con notas de muerte y angustia, la pérdida del nombre y los recuerdos de su propia identidad. Por otra parte, se evidencia la relación existente entre el dolor y el amor en función de la ausencia del mismo, el cual se describe como un vacío metafísico. 

En este punto, se cita el primer poema de “El ausente”, correspondiente a “la última inocencia”, en donde se destaca lo siguiente: 

La sangre quiere sentarse. 

Le han robado su razón de amor. 

Ausencia desnuda. 

Me deliro, me desplumo. 

¿Qué diría el mundo si Dios 

Lo hubiera abandonado así?”

En el poema “el deseo de la palabra”, analizado por Murillo (2014), el deseo toma la forma de la subjetividad más íntima expresada en el anhelo de dos realidades específicas, las cuales corresponderán a la noche y la palabra, las que, acompañadas del término “éxtasis” denotan en la voz poética el mayor grado de placer y bienestar. 

En este punto, surge una subjetividad respecto al significado de su contenido, por lo que se generan una serie de hipótesis que en su conjunto concluyen que existe la posibilidad de una fundamentación autobiográfica del poema, es decir las auto-referencias o alusiones explícitas que la poeta hace de sí misma a lo largo del texto, por otra parte, “el efecto de la alternancia de sujetos gramaticales en el poema” (Murillo, 2014) y el intento por autodefinirse en relación con el mundo; este intento, como se verá, está alineado con una necesidad de expresión ante lo inefable y, en consecuencia, la adopción de una postura escéptica ante la insatisfacción y frustración por aquello que no puede expresar con palabras. 

En este texto, se presenta eficazmente la función del lenguaje como forma de expresión del dolor y el sufrimiento agonizante, en función quizás, a sus propios sentimientos, siendo este lenguaje una especie de salvavidas durante la penuria y los momentos “agonizantes” a los que se enfrenta día a día dentro de su cuadro depresivo, pero que aun así no resulta suficiente. Por otra parte, se hace alusión a la muerte en vida, al vacío que encierra al hablante lírico dentro de un estado contemplativo fatalista. En pocas palabras, se habla del poeta mismo. 

“El deseo de la palabra” (El infierno musical)

“Tú ya no hablas con nadie. Extranjera a muerte está muriéndose. Otro es el lenguaje de los 

agonizantes. He malgastado el don de transfigurar a los prohibidos (los siento respirar 

adentro de las paredes). Imposible narrar mi día, mi vía. Pero contempla absolutamente sola la desnudez de estos muros. Ninguna flor  

crece ni crecerá del milagro. A pan y agua toda la vida. En la cima de la alegría he declarado acerca de una música jamás oída. ¿Y 

 qué? Ojalá pudiera vivir solamente en éxtasis, haciendo el cuerpo del poema con mi cuerpo, rescatando cada frase con mis días y con mis 

semanas, infundiéndole al poema mi soplo a medida que cada letra de cada palabra haya sido sacrificada en las ceremonias del vivir”. 

La muerte, resulta un tema constante en la lírica de Pizarnik, se evidenció en dos textos analizados previamente, en donde se señala directamente. Estos atisbos de muerte y sufrimiento, se observan también en la lectura entrelíneas de poemas dedicados a la infancia y la pérdida de la misma. En el poema “Caminos del espejo III”, se rescata el siguiente extracto: 

“Como una niña de tiza rosada en un muro muy viejo súbitamente borrada por la lluvia”.

Lo que rodea a la infancia y a la muerte es también lo que rodea al poema, es lo que hace que la infancia y la muerte sean infancia y muerte (y sean soledad); es, sobre todo, lo que hace que el poema sea un poema: el silencio (Mallol, A. 1996. P. 16)

En conclusión, la lírica de Alejandra se ve rodeada de elementos que, partiendo de un universo surrealista, se cargan a una idea existencialista del universo y del autor mismo dentro del poema, quien además de ser poeta, toma el rol de hablante lírico. 

El hecho de tener referencias autobiográficas, delimita la autenticidad de las emociones, el sentimiento de soledad y angustia de Alejandra y del repetitivo tópico de la muerte como final e inicio de “algo”. Se observa en la percepción del “yo”, en la pérdida de la infancia como traspaso a una realidad alterna, y dentro de la idea de amor y deseo metafísico como dolor lacerante. 

Crítica Literaria: Alejandra Como Pensamiento Vivo

Si se ha de considerar que Alejandra fue una “mujer poeta” que rompió esquemas fuertemente arraigados en la cultura del “hombre poeta”, con una lírica potente y desestructurada, resulta necesario de igual manera tomar en cuenta la crítica generada en base a sus obras. 

A partir del análisis de diversos autores, es posible coincidir en varios aspectos enmarcados tanto en los aspectos formales (estructura del poema en versos, prosa, y uso del lenguaje), como los relacionados al contenido en sí (tópicos y temas recurrentes). 

A continuación, se reúnen una serie de comentarios y críticas realizadas a la obra de Alejandra Pizarnik en función a los elementos mencionados con anterioridad: 

  • Si lo grotesco es la imagen de lo incompleto y de lo desarmónico, de una desarmonía de fragmentos que siente la nostalgia de la trascendencia pero sabe que la trascendencia está vaciada de sentido (…) entonces lo grotesco atraviesa los poemas de Alejandra Pizarnik: en la niña que juega con máscaras, en la pequeña autómata, en el cuerpo fragmentado y transformado en planta o animal, en la disolución del sujeto, en la locura. Sin embargo, lo importante de la unión entre poesía y grotesco se manifestará a un nivel más profundo: en la capacidad de contribuir, en virtud de su poder extraño y extrañante, a generar una nueva visión de la realidad, visión crítica, visión desautomatizada, siempre visión de una realidad distinta que va en contra de la razón entendida como racionalidad orientada a fines y del lenguaje pensado como instrumento, espejo o cristal traslúcido, al servicio de esa racionalidad. (Mallol, A. 1996)
  • En los poemas de Pizarnik se puede seguir imágenes como la fragmentación del sujeto, la búsqueda de unidad, el desplazamiento del significado frente al mar profundo y ambiguo de significantes, la dificultad de encontrar la palabra verdadera, la manifestación del deseo en el texto, el intento de plasmar y de conjugar cuerpo y texto, la angustia ante el desencuentro y la desesperanza. (Navarrete, C. 2005)
  • Alejandra comulga con principios del orden surrealista. Se podría decir que su primera intención es hacer poesía surrealista, aunque los estudios detallados de su obra revelan que la pura aceptación de esa tendencia sólo se hace patente al final de su vida y en algunos aspectos concretos de su trabajo. Aun así, hay algo surrealista en Alejandra y que es inherente a sí misma: Su deseo de conquista de lo real. De una auténtica forma de ser. (Fuentes, J. 2006)
  • El legado de su universo literario a la lírica de las últimas décadas tiene que ver con el desencanto que provoca la tentativa de penetrar la esencia de la poesía. Tiene que ver con la apuesta por la síntesis y la lucidez. Desde su universo literario, Alejandra Pizarnik ofrece el legado de una poesía escéptica, de una sinceridad desoladora que permanece en el lector al concluir la aventura de la experiencia estética. (Zonana, V. 1997)
  • Alejandra, esa mujer poeta que nos eriza con su poesía y hace de su poesía un erizo, trasluce la devoción de ocultarse del lenguaje dentro del lenguaje, aun reconociendo que lo esencial es indecible. (Koremblit, E. 1991)

A modo de conclusión, resulta posible señalar que, evidentemente, el trabajo de Alejandra Pizarnik ha significado un elemento muy potente dentro de lo que es la literatura tanto argentina como latinoamericana en general, esto debido a que implicó un revolucionario cambio en la manera de escribir poesía, cuya estética y metría se encontraba sumamente arraigada a las costumbres de los poetas y escritores de dicha época. Esto tuvo como consecuencia, que Alejandra se convirtiera en un ícono de inspiración para una nueva generación de mujeres poetas. 

Respecto a los elementos formales de su obra, se reconoce a lo largo de la bibliografía, que Alejandra poseía una manera particular de representar sus emociones y sentimientos por medio de la poesía, haciendo uso de una gramática “desordenada” y poco convencional.

A partir de los diversos análisis realizados por investigadores, se evidencia una gran similitud entre los elementos correspondientes a la vida de Alejandra, y en lo que expresan sus textos, los cuales se describen como “autobiográficos”, ya que, era a través de ellos que Pizarnik lograba exteriorizar lo que sentía y sufría día a día, aludiendo a episodios de su infancia, adolescencia y adultez, en donde la muerte la poseía en vida. 

Se sabe que su vida estuvo marcada por el abuso de drogas (anfetaminas) una autoestima destructiva y un amor que salía de la norma establecida en la época (el cual se hizo evidente posterior a la lectura de sus cartas a Silvina Ocampo), lo que, en su conjunto, se generaba un escenario poco favorecedor para la salud mental de Alejandra, quien se vio envuelta en varios cuadros depresivos e intentos de suicidio. Todos estos acontecimientos, se hacen visibles en su obra y en sus diarios, lo cual terminó por formar un sello distintivo tanto en poesía como en prosa. 

Alejandra Pizarnik, logra fundir en sus textos conceptos como la infancia y la muerte, la pérdida del sentido de vida, el amor y el deseo metafísico, más allá del acto sexual y como forma de trascendencia, rodeada del aura fúnebre de la muerte, la soledad y la desesperación. A pesar de ello, denota en sus líneas la pasión por unir el lenguaje con el sentir humano, con los temores que a ella misma le atormentaban, y con la vida al borde de la locura que el silencio y la soledad generaban. 

El legado de Alejandra “es un suntuoso legado de desmesura. Alguien que no se acomoda en la trampa. La ficción de un yo lírico tensado en arco de oro cuya flecha rasga el silencio. Irónica en lo fino y en lo crudo, no dejando títere con cabeza, maravillosa camarada de aventuras, sucia, fea y mala. Muerta de deseo por vivir» (Ballesi, D. 1996. Pag. 49)  

Bibliografía 

  • Bellesi, Diana: “Lo propio y lo ajeno”, Feminaria Editora, Buenos Aires. 1996.
  • Barón, S.: “Obras completas. Poesía y Prosas”, Buenos Aires, Ediciones Corregidor, 1990.
  • Depetris, C.: “Aporética de la Muerte. Estudio Crítico Sobre Alejandra Pizarnik”. UAM ediciones. Madrid, España. 2004.
  • Fuentes, J.: Surrealismo en Alejandra Pizarnik. Universidad de Murcia. España. 2006.
  •  Koremblit, B: “Todas las que ella era. Ensayo sobre Alejandra Pizarnik”. Corregidor, Buenos Aires. 1991.
  • Mallol, A.: “Distanciamiento y Extrañeza en la Obra de Alejandra Pizarnik”. La Plata. Orbis Tertius, 1996.
  • Melo, D.: Análisis de la Poética de Aljandra Pizarnik. Santiago, Chile. 2011
  • Murillo, C. “La Poética de Alejandra Pizarnik, Un Acercamiento Interpretativo a la Estética de Aniquilación del Lenguaje”. Universidad Eafit. 2014
  • Navarrete, C.: “Alejandra Pizarnik y la Resistencia al Lenguaje: Abrir el Silencio para Entrar en el Deseo”. Universidad Complutense de Madrid, España. 2005
  • Piña, C.: “Alejandra Pizarnik”, Buenos Aires, Argentina. 1991
  • Santinelli, M.: “Acerca del Poema, Acerca de Alejandra: Una Aproximación a la obra de Alejandra Pizarnik”. Universidad de Chile. Santiago, Chile. 1998
  • Zonana, V.: “Itinerario del Exilio: La Poética de Alejandra Pizarnik”. Revista Signos. Universidad Nacional de Cuyo. Argentina. 1997

Teresa WILMS MONTT: eL MÁS BELLO CADÁVER PERDIDO DE LA LITERETURA CHILENA

Por: Mauricio Torres Moyano.

Encargado Biblioteca Popular “El Esfuerzo”

Hablar de Teresa Wilms Montt es un acto de justicia literaria. Cuando en Chile nos damos cuenta de que el Olimpo literario es ocupado exclusivamente por hombres -con contadas excepciones como Gabriela Mistral y María Luisa Bombal-, relegando a las escritoras a un mero plano decorativo, asociadas a la figura del novelón lagrimoso o el feminismo militante, es necesario acceder a la escritura de Wilms Montt, su poesía y prosa, una experiencia de lectura única e imborrable.

Teresa Wilms Montt nace a principios del siglo XX en Viña del Mar, en el seno de una de las más ricas familias de la aristocracia chilena, descendiente de antiguas oligarquías chilenas y colonos alemanes del siglo XIX. Ya en su más tierna infancia, Teresa se siente envuelta por la soledad, soledad que será su norte en su itinerante y desdichada vida. La educación victoriana que recibe de sus institutrices extranjeras no hace más que acentuar su distancia con ese mundo cruel y frívolo de los salones del Chile de 1910. Su creatividad y fantasía le hacen desplegar sus alas y volar a través de una adolescencia rebelde y difícil.

Su infeliz matrimonio con Gustavo Balmaceda, la acusación de adulterio con su primo Vicente, la pérdida de sus dos hijas y su posterior enclaustramiento en el Convento de la Preciosa Sangre, están contenidos en su «Diario 11», documento excepcional por su valor literario y personal, que nos revela a un ser desgarrado, traspasado por el dolor, adscrito a una postura romántica ante la vida.

Luego de huir hacia Argentina ayudada por su incondicional amigo, el poeta Vicente Huidobro, comienza la escritura de sus Diarios de ltinerancia (Buenos Aires, Nueva York, Madrid, Londres, París). Así como su alma jamás está a gusto en ningún lugar, su cuerpo sale a recorrer el mundo, en un impulso de escapar constantemente. Horacio Ramos Mejía, un poeta argentino, bautizado como Anuarí por Teresa, se muere, literalmente, de amor por ella. Una tarde, cansado de las dulces excusas de Wilms Montt para no asumir un compromiso, se suicida frente a ella, cortándose las venas. Teresa nunca pudo olvidar ese gesto desesperado, de amor infinito y oscuro. Sigue recorriendo el mundo, gastando sus días y noches en el exceso de la droga, el alcohol y su imaginación peligrosa. Conoció a los impulsores del surrealismo emergente: André Breton, Paul Eluard, André Gidé. Y escribió bajo los cálidos influjos de la cannabis sativa: «Una máscara china se muere de la risa contra el ropero. Cuchichean los retratos espantados ante tan inmotivada hilaridad, cuidando de no ser oídos por el sombrero que se retuerce sobre el sillón como cabeza recién cortada…» («Cuentos para hombres que aún son niños»).

Como muchos espíritus indómitos que enloquecieron de sensibles, Teresa Wilms Montt va al encuentro de la muerte con los ojos abiertos y un frasco vacío de barbitúricos junto a la cama. A los veintiocho años, es depositada en suelo extranjero, en el cementerio Pere Lachaise de París, donde sus restos hoy comparten espacio con Oscar Wilde, Edith Piaf, Marcel Proust y Jim Morrison, artistas universales de la imaginación. Teresa Wilms Montt dejó una producción pequeña pero valiosa: varios Diarios, cuatro libros de prosa poética y uno de cuentos, obras aún desconocidas para el gran público. Ignorada y subestimada, Teresa ha permanecido en la trastienda de un inmerecido olvido, como tantas voces femeninas de la literatura universal. Aún es tiempo para entregarle a esta mujer única, con su obra bella y dolorosa, el sitial que le corresponde en la historia de nuestras letras.

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¡Presentación de libro!

Estimada comunidad: la Red de Bibliotecas Populares del Gran Valparaíso, la Biblioteca Capitán Nemo y El Centro Cultural El Surco, tienen el agrado de invitarlos a la presentación del libro “Citandino, las rutas del charango en Chile»
Esta actividad se llevará a cabo el día 10 de junio a partir de las 18 horas en la Biblioteca Popular Capitán Nemo, ubicada en Achupallas, Viña del Mar. La entrada es completamente gratuita. Contará con una entretenida conversación con el autor, además de música en vivo y alegría.
El libro se encontrará a la venta con un valor de 10.000 pesos y será entregado por su propio autor, Mäcö Niñx Charango, Recuerde que la entrada es gratuita y no es necesario que adquiera el libro.
Los esperamos.
Saludos a todas y todos!
INVITACIÓN A LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO_“Citadino. Las rutas del charango”