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Apocalipsis Patriarcal

por Taira Pizarro

Desde los Medios en todo ámbito, se anuncia un cambio. La gente lo dice en la calle, algunos se resisten, pero, -¿podremos soñar alguna vez con soltar realmente ese amor posesivo que nos hace machistas?

En las nuevas comunidades en formación y consolidación, se vive de alguna forma un cambio de paradigma.

Mujeres que hemos sabido “salir adelante solas”, y no reemplazando al macho, ni menos excluyéndole, mas bien existe una decisión, un decreto mágico para el futuro. Queremos felicidad. Hemos soltado la pena, soltando el castigo, viviendo en libertad, amándonos y ayudándonos, aprendiendo de les otres y mostrando los dones sin culpas, con amor a la infancia, porque les niñes son de todes, porque si yo no quiero tener hijos, y mi vecina tiene y le cuesta, yo la ayudo. Es así como se asume la vida desde una nuevo lugar que intenta no victimizarse, pero que aún debe lidiar con los inevitables protocolos machistas de la institucionalidad, donde se trata a la mujer como un ser inferior incapaz de ser el jefe de hogar pues hasta en el mismo matrimonio se supone al hombre en el papel y ni hablar de una familia constituida por mujeres u hombres que no se sienten machistas…

“Estamos en una emancipación constante” escuché en un seminario de autogestión femenina, y sí, me hizo tanto sentido esta frase, que hasta hoy siento que debemos repetirla, para generar más tolerancia entre nosotres. Y esta respuesta de una constante evolución hacia una forma libre del ser mujer, se debe dar siempre cuando estamos exigiendo a nuestres pares, un comportamiento idealizado, criticando formas de vida y no permitiendo el error.  Sin dar el espacio a equivocarse que es como se hace la vida. Si tomamos el comportamiento machista de la sociedad, su lenguaje, por sobre todo violento y absolutista, con nuestres amigues que de pronto hacen comentarios que jamás pensamos harían sobre nuestras luchas. Y es que creo que al movernos desde la rabia y con desdén estamos repitiendo los mismos valores que tanto criticamos.

El reconocernos en un constante proceso de emancipación, estamos enalteciendo la lucha de toda mujer en cada uno de sus escenario, ya sea en una comunidad religiosa, levantando recién la voz para ser sacerdotisa o en una junta de vecinos, demostrando empoderamiento y organización al independizarse del sistema piramidal obligatorio de la sociedad civil patriarcal. Es así como se levanta un movimiento que, desde las  diferentes cuencas de marginalidad: Artistas, Homosexuales, Mujeres, Niñes, Abueles, y toda persona que no se sienta capaz de vivir feliz con este sistema del valor monetario y de la libre competencia, que deja siempre a un explotador y un explotado. Alza la voz desde el ejemplo, desde una mirada mucho más que pacifista, es una mirada que activa lo dormido, la creatividad, el amor propio, el respeto por la madre tierra, y son valores que el ecologismo y el humanismo recogían pero que en estas comunidades se vive y se dirige hacia la horizontalidad de forma abierta y participativa.

Hemos tenido que aprender el lenguaje de las instituciones pero estamos traduciendo nuestra horizontalidad para posteriormente establecer las comunidades no piramidales como otra forma de vida y de “persona” en la organización social, es más que un cambio de paradigma. La lucha de clases se basa en esa pirámide, y el feminismo la destruye, al construir con bases sólidas formas de vida no competitivas que estuvieron por miles de años escondidas.  Entonces creo que presenciamos el comienzo de una nueva era, quien sabe cómo se empoderará la madre naturaleza y de qué forma tomará lo arrebatado. Tendremos que todas juntes soltar la materia que tanto nos movía. Conocer nuevamente el mundo, desaprender  toda las culpas y esterilidades.

Sembrar nuestras semillas, buscar el agua en el aire, unirte a otres si lo necesitas, bullar por la justicia, animar a la alegría, trabajar en la igualdad, no violentarnos, reconocer el error propio, no exponerse a la violencia, no exponer a les niñes, crear, no apropiarse de la naturaleza, no destruirla, vivir adaptándose a sus formas y organizar nuestra forma de vida hacia la sustentabilidad.

Emancípate.