Fotografía y texto: Marjorie Huaiqui
Acepté cubrir con algunos registros la marcha del 8 de marzo convocado con la consigna ¡La Huelga Feminista Va! pude realizarlo porque justo ese día no estaba trabajando y me interesaba ver los distintos manifiestos de feminismo mapuche. Supe el mismo día por medio de un afiche que había un yeyipun y un punto de prensa al que no alcancé a llegar porque justo cuando salí de mi casa, ya en la avenida Alameda iban marchando las mujeres que se auto convocaron y se tomaron la Plaza Dignidad. Pude tomar registros y ver caminar y escuchar cómo gritaban las consignas «Atención Piñera que aquí salió a la calle la hija de la obrera» ellas llevaban en sus manos wenvfoyes (banderas mapuche) wipalas (banderas de la unión andina) y también en sus vestuarios y cuerpos vestían muchas gráficas mapuche. Esta marcha pasó La Moneda, la casa de Gobierno de Chile, a pesar de que frente al Paseo Ahumada ya habían tanquetas con megáfonos que amplificaban el llamado «Se deben retirar, por favor se les pide dejar la calle» al que por supuesto, las que marchaban respondieron con piedras y gritos de respuestas aludiendo al «Paco culiao violador». Este fue el primer hecho de la marcha y hasta ahora, no lograba ver a las mujeres mapuche que extendieron la gran wenvfoye mientras marchaban desde Plaza Dignidad, las podía ver por redes gracias a otros medios que habían grabado pero yo no las encontré, así es que decidí esperar un tiempo y subir nuevamente a Dignidad. Cuando comencé a retroceder ya el panorama de la Alameda cambiaba apoteósicamente con pancartas que instaban a las consignas firmadas por 8M entre ellas «Por una constitución paritaria» yo caminando con mi cámara, mi celular y más de treinta grados celsius, solo me preguntaba ¿Cómo se iba a legitimar la paridad desde los cuerpos?
¿Me preguntarían el significado, llegarían a algún acuerdo o estarían con puntos en común dialogando? Lo impresionante era la imagen de la calle cómo poco a poco iba cambiando. Desde el cerro Welen (o Santa Lucía para Chile) ya la calle se iba viendo con más gente, al acercarme me dí cuenta que era una vereda completa de comercio ambulante y ahí me encontré con la primera ñaña. ¡Marjorie Huaiqui qué andas haciendo con cámara por aquí?! La lamngen estaba vendiendo pañueletas verdes y violetas junto a otra lamngen, no eran de ellas, si no de otra ñaña que había trabajado arduamente haciendo la serigrafía y comprando las telas para ir a venderlas ese día. Ellas estaban apañando la venta y las artesanas estaban en otro lugar, en otro punto de venta.
Seguí caminando y las manifestaciones fueron cambiando, frente al Centro Cultural GAM los gritos que se escuchaban fuerte era uno que se escuchaba al unísono y se amplificaba en ese sector gracias a la resonancia del edificio ¡Que se vayan los machitos, que se vayan los machitos! Era fácil impregnarse de la consigna pero a la vez era crudo, porque mis ojos vieron a un par de hombres en ese momento. Ellos andaban trabajando, uno vendiendo comida y otros que ví estaban vendiendo artesanías, el grito siguió y también más adelante me encontré con otro hombre, en realidad era una pareja de jóvenes enamorados con rostros de inocencia, a simple vista se notaba que él andaba acompañando a su polola que al parecer iba por primera vez.
Sus rostros eran demasiado inocentes. Seguí caminando y ya la marcha era una fiesta. Arriba del Centro Arte Alameda se escuchaba la música electrónica de «Francisca Straube y su banda Rubiomusic» yo me rodeaba de una aglomeración de mujeres jóvenes. El humo a tabaco, marihuana y las latas de cerveza eran una parte muy íntima de este evento. Todas bailaban y era entretenido, la música hacía mover el cuerpo a un ritmo suave y era grato, pero hasta ahora seguía sin ver mujeres mapuche. No veía pancartas, tampoco lienzos ni banderas que aludieran a este hecho. Como insisto la vereda era un comercio ambulante y las mujeres gritaban felices mientras tomaban cerveza y fumaban tabacos, vestidas de atuendos muy bellos, muy maquilladas, con mascarillas muy bonitas y vestuarios muy kish.
Finalmente pude llegar a Dignidad. ¡Ñaña! me gritaron. Era la lamngen Ingrid Soñañ, nos conocimos trabajando en educación, me puse muy contenta, así es que le dí un abrazo muy cariñoso. «Lamngen, fvtra kuifi, qué bueno verla» La ñaña estaba vendiendo pañueletas feministas a $1.000, igual que mi lamngen anterior, estaba apoyando a una amiga a vender, tenía un carro y un letrero. El calor ya estaba sintiéndose terrible, los pasados treinta grados eran más intensos rodeada de la aglomeración de personas. Mientras hacíamos nvtram con la lamngen, la imagen no cambiaba mucho desde el inicio. Seguía el comercio, el humo y el olor a tabaco y a marihuana, junto a las cervezas se veían mucho más. Nuestra conversación fue muy amorosa, veíamos a nuestro alrededor y ella me comentaba lo difícil que era para nuestro pueblo asumir el feminismo, yo la escuchaba atentamente y le afirmaba su comentario contándole toda mi experiencia en la marcha. «Sí lamngen, me afirmaba ella, yo tampoco he visto a muchas lamngenes, supe del yeyipun pero no alcancé a llegar». También nos pusimos al día, nos preguntábamos cómo había estado la vida hasta ahora, ella me contó que tuvo dos duelos el año pasado, entre ellos un chachay que se fue en el sueño.
Yo inmediatamente recordé a mis tres abueles que han muerto de la misma manera, afirmando como los chachay y las papay finalmente piden la muerte porque están cansados o su sensibilidad tan profunda ya no puede sostener la vida. Le comenté lo urbana que soy, ella también me agregó lo crítico y difícil que era para los territorios asumir la vida urbana mapuche. Yo le dije lo desarraigada que me sentía y que quizás debía trabajar un poco más la raíz, porque no la sentía. Me he cambiado veinticinco veces de casa y ya no me molesta volver a cambiar, ella me sonrió y me dijo «Qué bueno verla bien lamngen».
Nuestro nvtram se terminó, comenzó en mí un fuerte dolor de cabeza y una sensación de sentirme ya exhausta de la «marcha» la verdad, me sentía un poco incómoda con el olor a marihuana y también con las cervezas y risas de muchas personas que veía a mi alrededor. Frente a nosotras estaba la imagen de la Plaza Dignidad, así es que le pedí una fotografía y el consentimiento para escribir nuestra conversación, me despedí después de ello, ya eran casi las seis de la tarde y el panorama se agudizaba cada vez más con la misma atmósfera de celebración.T erminó para mí la marcha, me devolví y me encontré con otra lamngen muy querida para mí, no la veía hace mucho tiempo, así es que le dí un abrazo muy apretado y decidí seguir bajando por la calle para despedirme de la lamngen de las pañueletas, le dije que pasaría de vuelta. Al encontrarme con ella, me enteré de que las ventas de pañueletas no habían subido mucho. Ellas estaban muy preocupadas por el ingreso de las ñañas, las miré y les dije: «Tranquila lamngen, estas pañueletas se siguen vendiendo en otras ocasiones». Nos abrazamos nuevamente y nos despedimos. Guardé mi cámara y un nuevo llamado de una amiga me invitaba a vernos, yo no me sentía muy bien, más bien un poco triste así es que quedamos de vernos en otro lugar para tomarnos un té o un jugo fresco más cerca de nuestra casa.
Más tarde, me contactaron de la Revista «¿Estás bien ñaña, comenzaron los desalojos en Dignidad» » may lamngen, le respondí, yo sabía que ya era hora de irse. Me quedé con la triste sensación de haber visto pocas ñañas, también un poco pensativa con la atmósfera de celebración que guiaba la marcha, impresionada de la cantidad de comercio ambulante y ventas de todo tipo en la vereda norte y la ínfima presencia de mujeres mapuche. Las que ví en mi turismo de marcha, las ví trabajando, posiblemente las otras no van porque están en lo mismo ¿O será que la convocatoria carece de identidad contextual y significado? No tengo la respuesta, solo les dejo mi experiencia.
En este momento circula la información que los pacos le hicieron tocaciones a mujeres que fueron tomadas en la marcha También sigo viendo las noticias que muestran demandas de Wallmapu Libre en el sur y yo, debo dejar de escribir esta nota para salir a trabajar, cuidar mi salud mental y mi newen porque si no los tengo no me puedo sustentar.