En Welukan anterior vimos el conflicto de interés que subyace a las zona de sacrificio de Quintero-Puchuncaví, hoy el artículo que lo releva da cuenta de elementos que pueden ser considerados terroristas por parte de un Estado que pareciera no escatimar en recursos para mantener el privilegio de unos pocos, aunque ello implique la muerte del dirigente sindical Alejandro Castro, en extrañas circunstancias.Y esas “extrañas circunstancias” son las que nos dan cabida al segundo artículo, pues la intención de titularlo a modo de pregunta indica que la opacidad del lenguaje y sus múltiples dimensiones pueden capturar para luego domesticar los signos en un claustro inquisitivo y androcéntrico, por ello la autora plantea la lucha constante desde una lengua subversiva.
Sin embargo, el lenguaje se hace directo en “mira, más menos ocurrió así”, el relato nos muestra una imagen de lo que puede ser estar expuesto a situaciones de acoso en la red, escenario de quien nadie está libre.
Incluimos también un estudio que apunta a la exclusión y alienación e invisibilización formal y arbitraria de minorías, estamos entonces frente al contrapunto de ¿Lenguaje inclusivo o lengua subversiva?, vemos interesante de abordar y reflexionar respecto a ello.
Como es habitual Joel nos regala un artículo robusto, en este caso en torno a la complicada situación de la escasez de agua y de como ésta, similar a lo que ocurre con las zonas de sacrifico, es un eslabón más de las cadenas de extractivismo del capitalismo.
Casi al cerrar la edición de este número pudimos incluir un trozo de nuestra historia, aquella dolorosa y que aún se vive día a día por parte de las Arpilleras de Valparaíso, mujeres que perviven y resignifican en cada puntada que dan en cada arpillera su historia de vida en dictadura.
Por último, nos refrescamos con un poema inédito que nos pasea libremente por una ruleta rusa, luego de subir y encumbrarse a lo alto, nos baja y roza el piso con el rostro, un acierto que deja una sensación de inquietud.