por Gigí Barría González (mayo 2021)
Me siento en las escalas de la biblioteca contenedor Jorge Farías, ya llegó la señora Anita «La Pochola» con el Negrucho y Maxi. Ella me dice que no tiene donde ir a hacer pipí, porque los locales están todos cerrados ¿Qué hacemos? le pregunto. «Me voy a aguantar no más» me responde.
Abrimos la biblioteca y ponemos agua a hervir para pasar el rato, pero justo llegan Rosita y Matías, este último trajo su acordeón, porque se habían comprometido a recitar poesía y tocar algunos boleros creados por él.
Se acerca Juliano e insiste en que le prestemos un libro, porque él se aburre, «La Pochola» no quiere, porque es seguro que no lo devolverá. La dinámica es la de siempre y él se compromete a cuidar y entregar el material tal como lo recibió.
Entre todxs sacamos las mesas y las sillas, para que quien quiera se siente un rato a disfrutar de la música. El día está triste, hace un poco de frío, pero de todas maneras nos sentamos a escuchar y a recordar viejos tiempos a propósito del relato de Matías.
El Covid19 no existe en Plaza Echaurren, la vida transcurre entre la entrega del desayuno solidario, el comedor 421 y una taza de té . Las cajas de vino son alimento esencial de personajes habituales de este centro social de Valparaíso, y al caer la tarde «Don Carlos» seguro estará durmiendo en cualquier banca que le permita «pasar la mona».