En Welukan anterior vimos el conflicto de interés que subyace a las zona de sacrificio de Quintero-Puchuncaví, hoy el artículo que lo releva da cuenta de elementos que pueden ser considerados terroristas por parte de un Estado que pareciera no escatimar en recursos para mantener el privilegio de unos pocos, aunque ello implique la muerte del dirigente sindical Alejandro Castro, en extrañas circunstancias. Seguir leyendo LA revista de la Red N°7, editorial
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Apocalipsis Patriarcal
por Taira Pizarro
Desde los Medios en todo ámbito, se anuncia un cambio. La gente lo dice en la calle, algunos se resisten, pero, -¿podremos soñar alguna vez con soltar realmente ese amor posesivo que nos hace machistas?
En las nuevas comunidades en formación y consolidación, se vive de alguna forma un cambio de paradigma.
Mujeres que hemos sabido “salir adelante solas”, y no reemplazando al macho, ni menos excluyéndole, mas bien existe una decisión, un decreto mágico para el futuro. Queremos felicidad. Hemos soltado la pena, soltando el castigo, viviendo en libertad, amándonos y ayudándonos, aprendiendo de les otres y mostrando los dones sin culpas, con amor a la infancia, porque les niñes son de todes, porque si yo no quiero tener hijos, y mi vecina tiene y le cuesta, yo la ayudo. Es así como se asume la vida desde una nuevo lugar que intenta no victimizarse, pero que aún debe lidiar con los inevitables protocolos machistas de la institucionalidad, donde se trata a la mujer como un ser inferior incapaz de ser el jefe de hogar pues hasta en el mismo matrimonio se supone al hombre en el papel y ni hablar de una familia constituida por mujeres u hombres que no se sienten machistas…
“Estamos en una emancipación constante” escuché en un seminario de autogestión femenina, y sí, me hizo tanto sentido esta frase, que hasta hoy siento que debemos repetirla, para generar más tolerancia entre nosotres. Y esta respuesta de una constante evolución hacia una forma libre del ser mujer, se debe dar siempre cuando estamos exigiendo a nuestres pares, un comportamiento idealizado, criticando formas de vida y no permitiendo el error. Sin dar el espacio a equivocarse que es como se hace la vida. Si tomamos el comportamiento machista de la sociedad, su lenguaje, por sobre todo violento y absolutista, con nuestres amigues que de pronto hacen comentarios que jamás pensamos harían sobre nuestras luchas. Y es que creo que al movernos desde la rabia y con desdén estamos repitiendo los mismos valores que tanto criticamos.
El reconocernos en un constante proceso de emancipación, estamos enalteciendo la lucha de toda mujer en cada uno de sus escenario, ya sea en una comunidad religiosa, levantando recién la voz para ser sacerdotisa o en una junta de vecinos, demostrando empoderamiento y organización al independizarse del sistema piramidal obligatorio de la sociedad civil patriarcal. Es así como se levanta un movimiento que, desde las diferentes cuencas de marginalidad: Artistas, Homosexuales, Mujeres, Niñes, Abueles, y toda persona que no se sienta capaz de vivir feliz con este sistema del valor monetario y de la libre competencia, que deja siempre a un explotador y un explotado. Alza la voz desde el ejemplo, desde una mirada mucho más que pacifista, es una mirada que activa lo dormido, la creatividad, el amor propio, el respeto por la madre tierra, y son valores que el ecologismo y el humanismo recogían pero que en estas comunidades se vive y se dirige hacia la horizontalidad de forma abierta y participativa.
Hemos tenido que aprender el lenguaje de las instituciones pero estamos traduciendo nuestra horizontalidad para posteriormente establecer las comunidades no piramidales como otra forma de vida y de “persona” en la organización social, es más que un cambio de paradigma. La lucha de clases se basa en esa pirámide, y el feminismo la destruye, al construir con bases sólidas formas de vida no competitivas que estuvieron por miles de años escondidas. Entonces creo que presenciamos el comienzo de una nueva era, quien sabe cómo se empoderará la madre naturaleza y de qué forma tomará lo arrebatado. Tendremos que todas juntes soltar la materia que tanto nos movía. Conocer nuevamente el mundo, desaprender toda las culpas y esterilidades.
Sembrar nuestras semillas, buscar el agua en el aire, unirte a otres si lo necesitas, bullar por la justicia, animar a la alegría, trabajar en la igualdad, no violentarnos, reconocer el error propio, no exponerse a la violencia, no exponer a les niñes, crear, no apropiarse de la naturaleza, no destruirla, vivir adaptándose a sus formas y organizar nuestra forma de vida hacia la sustentabilidad.
Emancípate.
Feminismo mestizo desde los pueblos, me siento mapuche y haitiana
por Marjorie Huaiqui Hernández
Mestizaje o puntos de unión entre el pueblo mapuche y haitiano a partir de la observación de mí misma dentro de la sociedad chilena y mapuche
Punto de partida
A partir de la identidad nacional chilena y observando la relación latinoamericana entre los pueblos de Latinoamérica, consideramos importante preguntarnos ¿qué hacer en el presente cuando la aldea global, las trasnacionales, el capitalismo y las consecuencias que estas generan en las formas de relacionarnos nos han impedido una convivencia en donde sean proclives los valores comunitarios y la construcción de las identidades en las personas? y también ¿cómo se visibiliza la identidad de los territorios más que el de los intereses impuestos para ejercer el control político?.
Es así como la estética y la palabra, prosa de la literatura que se va construyendo a diario en las creaciones de las personas, pobladoras, trabajadorxs, estudiantes y niñxs, de algún u otro modo van relatando otra ciudad y a la vez, otra comunicación con el sector o espacio en donde viven.
Contexto de migración forzada
A partir de mi experiencia de trabajo con pichikeche de Haití o niñxs haitianxs y conocer cada una de sus relaciones de inmigración: hacinamiento, violencia física desde sus padres, necesidades, precarización, migración forzada por desplazamientos coloniales consecuentes de una de las colonizaciones más agudas del continente.
Con estructuras políticas viciadas de gobiernos que operan desde los reinados con principazgos, cuál modernidad y realidad del príncipe de Maquiavelo.
En la actual situación de violencia, exclusión, disgregación y necesidades de todo tipo encubiertas en el refugio en Dios con religiones protestantes y adventistas de culto surge el deseo de migrar.
Esa misma realidad escuché en mi infancia de los relatos de mi familia mapuche, una continuidad de violencia que derivó en Santiago a construir una familia extensa porque el hermano o hermana que llegaba desde Lebu iba aportando con datos para trabajo, mientras todos llegaban a vivir a un terreno ubicado en la calle Sofanor Parra en la comuna de Cerro Navia comprado por mi abuelo.
En esta ciudad de Santiago nací y crecí con constantes viajes al sur y en colegios de la comuna de Maipú, en Santiago, en mi infancia y niñez.
En la adolescencia y en la ciudad era apodada como “Maggito” porque según mis amigas que tenía en la comuna de Maipú, poseía una ternura extinta en mis amigas cercanas. Una amorosidad mapuche me han dicho, puro amor también, un küme mongen o buen vivir como persona mapuche creo yo.
Mientras en el sur estaba rodeada de hombres en todas mis hazañas aventureras, jugar fútbol, salir a dar vueltas a la plaza en la noche, fumar cigarrillos y tomar cerveza, ir a recolectar murtilla, maqui, caminar, conocer y preguntar.
Al crecer como mujer la küme mongen entra en crisis en mi más profundo sentir que dicen llamar poesía o newen femenino, se cae y estanca principalmente por las sociedades y las masculinidades que no permiten que esta forma de relacionarse con el mundo se desarrolle.
Esa dulzura y buena vida resulta muy bien en mis espacios de confianza y el hogar, pero yo no creo que se deba mantener en la intimidad, debe estar en el espacio público.
Una perspectiva de derechos y equidad
Considerando todas las descripciones antes expuestas, podría afirmar que en términos de derecho, debieran estar todos hacia la mujer, en relaciones políticas y sociales la masculinidad dominante que se lleva dentro es el problema.
Como mujer mapuche siento en mí todas las demandas, necesito esa amorosidad o mi buena vida, porque dentro de esta están los y las kuifikeche, mis ancestrxs o también podría ser el universo conmigo o yo dentro de él y cuándo esa realidad está, todo resulta bien. Mi percepción del entorno y de la gente es positiva y cuando no es así, me duele la cabeza, tengo insomnio, se me aprieta el pecho, me dan crisis de pánico.
Pero las mujeres nos empoderamos cuando estamos juntas y de todas aprendo, de mujeres mayores, de pobladoras, de académicas, porque visibilizarse y estar en el espacio público, es necesario, por mis derechos económicos, sociales y políticos de las niñas que están y que vienen.
Deseo verme en todas y en ellas. Porque al verme de cerca con las madres haitianas y otras que he visto, las considero muy similares a mí y a mis mujeres mapuches, en sus ojos brillantes, en su sensibilidad cuando están cerca de sus hijxs y en su aventurero desafío para migrar.
Me siento mapuche y haitiana
Creo que a partir de su historia nacional, sus relatos e historias, las mujeres haitianas deben sentir lo mismo que yo expuse aquí. Vivir y existir su cotidianeidad en una aguda colonización, un küme mongen o buena vida construida en la intimidad y una necesidad de visibilización política limitada por un idioma distinto y un instinto que habla para comunicarse con el mundo.
Un ángel con alas de pasta base
por Mauricio Torres Moyano
No recuerdo que mes era, ni si afuera se derretía todo de calor o la gente se congelaba. Creo que era el año 2006 –mundial de Alemania- porque tengo en la memoria haber matado horas y horas viendo partidos de fútbol en la vieja TV de la sala de estar de la sección varones del Hospital Psiquiátrico del Salvador.
Dirán que mi mente no puede ser tan frágil, pero la verdad es que no recuerdo muy bien porqué estaba hospitalizado. Quizás un episodio depresivo. O una eufórica crisis maniaca. Pero para los efectos de esta historia importa un pito la razón.
Yo estiraba las piernas, deambulando en el pasillo junto a los dormitorios, cuando veo que los enfermeros acompañaban a un adolescente que traían a internarse. Cuando estuvo frente a mí, abrió los ojos asombrado, cayó de rodillas y llorando me dijo: “ ¡¡¡Dios mío, nunca pensé que pasaría esto!!! Por fin conozco a un ángel… ¿vienes a cuidarme, cierto? Pero debo contarte un secreto…” En ese instante yo estaba bastante asustado porque -aunque no era primera vez que estaba hospitalizado- nunca había visto alguien trastornado de tal manera. “¿Sabes? Yo también tengo algunos poderes. Puedo cruzar la materia”. Y cuando dice eso ¡PAFF! se azota contra la muralla, intentando traspasarla, una y otra vez. Los enfermeros lo inmovilizaron, mientras el tipo gritaba “¡¡¡Protégeme, Daniel!!!” (hubiera preferido un nombre menos común para un ángel, como Lucho o Bayron).
Con el paso de los días y el fin de sus alucinaciones, pude conocer mejor al Charly. Estaba internado ahí por orden judicial por los estragos que habían hecho en su cabeza la pasta base, el neoprén y otros alucinógenos que conseguía en las calles del cerro Placeres. Lo habían detenido por un robo con violencia y él decía que lo querían cargar con un homicidio.
A la semana de haber llegado, y luego de un par de intentos, el Charly se fugó del hospital. Fue todo un revuelo mediático donde crucificaron a Gendarmería por permitir que un criminal peligroso volviera a las calles. Acusaron de negligencia al director del Hospital del Salvador por no tenerlo dopado o amarrado a la cama. Yo aún seguía internado pero sabía todo eso porque los enfermeros leían “La Estrella de Valparaíso”, diario especializado en apuntar con el dedo y hacer un show de todo.
Dos semanas después, cuando ya los medios ni se acordaban del escape del Charly, lo encontraron muerto en la quebrada de Cabritería, en Placeres. Estaba completamente desnudo, con marcas de haber sido abusado sexualmente y con una bolsa con papelillos de pasta.
El tipo que atravesaba murallas y me ungió de su salvador no se mereció muerto ni un cuarto de página del diario para despedir su hinchada cara de niño, mi ángel de alas de pasta base.
Farmacias populares: un camino para sanarnos de la mercantilización de la salud
Por Álvaro Brignardello Valdivia / Presidente Asociación Pro Farmacia Popular para Placilla de Peñuelas
La emergencia del modelo de las Farmacias Populares, desde el Municipio de Recoleta bajo el liderazgo del Alcalde Daniel Jadue, no sólo se ha traducido en el acceso a precio rebajado de los medicamentos, en comparación con los precios a los que son vendidos por las grandes cadenas de farmacias, sino que también ha hecho realidad la eliminación del lucro en los remedios y en un más efectivo ejercicio del derecho a la salud.
Las Farmacias Populares no son un mero expendio de medicamentos baratos, como podría parecer desde una lógica meramente economicista. En su concepción, representan una alternativa a la lógica mercantil, que lo invade y lo abarca todo, en una economía neoliberal, evidenciando que existen otros modos posibles y viables tanto para la distribución como para el acceso a bienes y servicios vitales para el bienestar de las personas.
En este sentido, el modelo de Farmacia Popular, más las otras iniciativas puestas en ejecución desde el Municipio de Recoleta, como la Óptica Popular, y que han sido replicadas por otras Municipalidades, entre ellas la de Valparaíso, corresponden a políticas que se oponen al predominio absoluto del mercado en prácticamente todos los ámbitos de la sociedad, instalando la noción, en base a hechos concretos y viables, de que otro modo de organizar la sociedad es posible.
Cuando los sostenedores del modelo neoliberal aseguran que no hay alternativas económicas que puedan disputar la hegemonía del modelo, desde las Municipalidades surgen, a contracorriente de los cantos de victoria del neoliberalismo, iniciativas sociales que ponen el foco en las necesidades de las personas, constituyéndose en evidencia empírica de que podemos aspirar a vivir y a convivir de una manera distinta y mejor a la actual.
Desde esta concepción es que los habitantes de Placilla de Peñuelas, nos hemos organizado para que en nuestro territorio se instale, al más breve plazo posible, una Farmacia Popular. Desde nuestra localidad, creemos que los medicamentos no sólo deben poder adquirirse a precio justo, sin lucro, con acceso universal y sin restricciones de ninguna clase, sino que también deben ser accesibles en el propio territorio en el que residen las personas.
El Municipio de Valparaíso anunció la creación de una red de Farmacias Populares para la ciudad, inicialmente constituida por cuatro puntos de atención, uno en el centro de Valparaíso, otro en Laguna Verde, un tercero en Placeres y el cuarto en Placilla. De manera bastante inusual, en el anuncio realizado por el Municipio, se señaló que las comunidades debían realizar un aporte económico para poder cubrir parte de los gastos de instalación de la Farmacia, monto que para Placilla asciende a un millón y medio de pesos.
Más allá de las diferencias que, de manera legítima, se pueda tener con la exigencia de un cofinanciamiento para esta iniciativa, la Asociación Pro Farmacia Popular para Placilla de Peñuelas, ha puesto por delante las necesidades de la comunidad y se ha comprometido a colaborar para contar prontamente con una alternativa a las grandes cadenas de Farmacias.
Las Farmacias Populares han demostrado que es posible sanarnos de la lógica mercantil que hoy domina en muchos ámbitos de nuestra sociedad y que la construcción de un nuevo orden social, que ponga al ser humano y sus necesidades en el centro de su quehacer, es absolutamente viable, urgente y necesario.