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El fascismo neoliberal tiene como estrategia la política del resentimiento, para capitalizar la situación de crisis.

por Da Nilo

Los medios hacen circular como noticia una encerrona televisiva al exdirigente secundario Víctor Chanfreau. Un tiktoker lo impugna moralmente, acusándolo de «cagarse a una generación completa (de alumnos que se sacaron la cresta para dar la PSU)». No hay un argumento sólido, no importa, la estupidez se vende más que el pan caliente a la hora de once.La impugnación utiliza las técnicas de Donald Trump, que se parecen un poco a las que empleó el arquero de Australia para inducir al error a los jugadores de la selección de Perú. Hacer payasadas con tal de ganar. Ahora todo vale.En la sociedad del espectáculo la comunicación ya no tiene nada que comunicar. Lo que queda entonces es una retórica persuasiva que busca gestionar reacciones. Pragmatismo a ultranza. Como en «El Proceso» de Kafka, primero eres culpable y luego se te imputan los delitos.Así ocurre hoy día producto de la espectacularización de la política. Trump instala un marco de referencia en que lo «políticamente incorrecto», y que le otorga popularidad, es ser un deslenguado que dice lo primero que se le viene a la cabeza. Un insensato a sueldo que no se hace cargo de las consecuencias que generan sus disparates. Tampoco los medios que les dan cobertura.El fascismo neoliberal tiene como estrategia la política del resentimiento, para capitalizar la situación de crisis. Si los resentidos que, «por culpa» de Chanfreau, no pudieron rendir la PSU, deciden funarlo o agredirlo, uno esperaría que los medios que se hicieron parte del show fueran sancionados. Pero en este país la impunidad es la base de todo el statu quo.Hace mucho tiempo que el objeto de la política no es la verdad, entendida afirmativamente más que como lo no-falso. Por eso habría que decir, contra la actual miseria de la política, que los juicios de valor no constituyen argumentos. Que los sofismas y la parrhesía no son equivalentes, y que para distinguirlos hace falta la ética.Por todo lo anterior, pienso que el lugar de una política por venir está lejos de estos medios de comunicación y de toda forma de espectáculo.

¿Qué pasó con la revuelta social?

por Joel González

La revuelta del 2019 generó análisis afiebrados capitalizados por la «izquierda» convencional y la izquierda dura, nadie profundizó en dilucidar si las multitudes movilizadas realmente eran críticas al modelo neoliberal, si es que querían romper con los cerrojos de la dictadura, o bien si se trataba de un ramillete de demandas parciales, de anhelos particulares, frustraciones o aspiraciones personales que se encontraban en lo colectivo con tantas otras que desde lo sintomático tenían similitud, pero que no necesariamente lograban convocarse en un relato ideológico en común. En un país donde el ritmo del movimiento social no logró traducirse en un referente de representatividad política dentro de los plazos electorales, donde los niveles de abstención dan cuenta de la desvinculación con los bloques que han sido parte de las disputas de poder, donde los medios de comunicación instalan percepciones y opiniones, donde la derecha dura sigue estando al mando de los grandes conglomerados económicos, la aparición de un Kast era previsible. Lo evidente es que tendremos un país con una convención Constitucional protagonizada por actores de los movimientos sociales y representantes de la izquierda, un Parlamento vario pinto que por lo pronto no define un desbalance de fuerzas y una segunda vuelta que establece matices absolutamente polarizados, pero que logró dar rostro electoral a quienes adhieren al legado de la dictadura y el sectarismo social. Este país indefinido, lleno de ambigüedades, donde al parecer es más relevante quien ofrece garantías de satisfactores personales por sobre un proyecto país tendrá un desafío mayúsculo en la segunda vuelta. Si me lo permiten, KAST POR NINGÚN MOTIVO!!!